Es un
punto de encuentro imprescindible en cualquier núcleo habitado. En él, desde
antiguo, se reunía la gente para reforzar sus lazos sociales: los trabajadores comentaban
los pormenores de sus faenas, otros buscaban y encontraban trabajos,
descansaban de sus duras jornadas laborales, disfrutaban con el juego y el
cante, compartían las noticias de su entorno, se cerraban tratos e incluso se convenían
amoríos… Amén de bailes, comilonas y por ¿por qué no?, apuestas, bravatas,
discusiones y alguna que otra pelea.
No fue
menos nuestra aldea que cualquier otra en estos menesteres y a las pruebas me
remito. Aquí os dejo una crónica de cómo evolucionaron estos locales en Fuente
de la Corcha,
que no fueron pocos, ya lo veréis.
Antes de
que se me olvide tengo que darle las gracias a nuestro paisano Juan Manuel
Romero; sin su relato hubiera sido imposible poner norte a este breve artículo.
Es
difícil situar cronológicamente cada establecimiento sin temor a equivocarme,
comenzaba relatándome Juan Manuel; No obstante, intentaremos ir nombrándolos con
un orden aproximado.
El primer
lugar que recuerdo donde se servían bebidas era la Casa de Catalina “La Pava” quien a su vez, también
regentaba una pequeña tienda de alimentación. Estamos hablando de finales del
siglo XIX. Situada donde actualmente vive Narci y la casa adjunta, donde vivía
su hermana (Número 1 en el plano). Hay que dejar constancia también que esta
mujer solicitó al entonces Gobernador de Huelva D. Manuel Miranda, que le
legalizara el negocio para poder dispensar tabaco. Accedió éste a su petición y
el local pasó a convertirse en uno de los estancos de más venta de la
provincia. De hecho, el bar comenzó a llamarse Bar del Estanco.
Más
tarde, abriría otro despacho de bebidas Andrés Lorca Macías “El Cortina” en la
salida de la aldea dirección Beas. A día de hoy es la casa de José Toledano
(Número 2).
El
siguiente local que yo recuerdo, continúa Juan Manuel con la crónica, es el Bar
de la Romana. También
esta emprendedora mujer montaría una tienda paralelamente al negocio del vino.
Años más tarde, su hija Encarna Lorca, junto con su marido Leonardo Rivera, continuaría
con el negocio y el bar-tienda pasaría a llamarse “Los Canitos”, más conocido
como “El Canito” (Número 3). Aunque el local se encuentra actualmente cerrado,
no se descarta que en un futuro próximo se vuelva a abrir como brasería de
carnes (esta noticia no está confirmada pero me lo ha dicho un pajarito).
Pero mejor
prosigamos con el relato:
José
María López sería el siguiente gerente de otro de estos establecimientos en la
misma calle y a pocos metros de Los Canitos (Número 4 en el mapa).
En los
exteriores de la aldea también se inauguran nuevos negocios, como el de Francisca
Lorca González “La
Chiquenina” (Número 5).
Y frente
a la iglesia, en la actual casa de Carmen y nuestro ya desaparecido amigo José
Dolores Lorca, montaba un bar años atrás Juan Calleja Lorca “El Churrita”
(Número 6 en el plano).
Ya
entrados en los años 70, se empieza a edificar el salón que actualmente
conocemos como Caseta de la
Hermandad (Número 7).
Posteriormente
abriría sus puertas el Bar Jabalí, en la casa que hoy pertenece a Manolo y
Encarni (Número 8 en la foto).
Benito y
Dolores fueron los últimos en inaugurar un nuevo establecimiento con instalaciones
para la práctica de tiro al plato. Un extraordinario local que tristemente hoy también
está cerrado.
Para
terminar el artículo, hay que mencionar que está en proyecto la construcción de
un chiringuito de verano en la explanada que se encuentra entre la iglesia y la Casa Hermandad. Aunque esta
última noticia está aún pendiente de ser contrastada.
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