Entre Candón y La Peñuela, en el idílico paraje conocido años atrás como “Candoncillo”, se encuentra el PUEBLO DE DIOS.
Comunidad amparada por el arzobispado que actualmente congrega a unas ocho personas de forma más o menos permanente, pero que antaño dio cobijo a más de cien.
Las puertas están literalmente abiertas a toda persona que quiera acercarse a conocerlo o incluso a quedarse a vivir allí. No parece haber mas norma que la convivencia en armonía de los seres humanos.
Se respira paz. El entorno invita a la meditación, a reflexionar sobre la verdadera esencia de todo lo terrenal… de todo lo divino.
Ayer los corcheros pasamos allí una agradable jornada de convivencia. Intercambiamos opiniones, conocimos su sencillez, compartimos los alimentos y ellos nos ofrecieron todo lo que tenían… que era muy poco y muchísimo, al mismo tiempo.
Una curiosidad: fijaros en la foto del crucifijo de la capilla; sobre un brazo de la cruz ha anidado una golondrina.
Comunidad amparada por el arzobispado que actualmente congrega a unas ocho personas de forma más o menos permanente, pero que antaño dio cobijo a más de cien.
Las puertas están literalmente abiertas a toda persona que quiera acercarse a conocerlo o incluso a quedarse a vivir allí. No parece haber mas norma que la convivencia en armonía de los seres humanos.
Se respira paz. El entorno invita a la meditación, a reflexionar sobre la verdadera esencia de todo lo terrenal… de todo lo divino.
Ayer los corcheros pasamos allí una agradable jornada de convivencia. Intercambiamos opiniones, conocimos su sencillez, compartimos los alimentos y ellos nos ofrecieron todo lo que tenían… que era muy poco y muchísimo, al mismo tiempo.
Una curiosidad: fijaros en la foto del crucifijo de la capilla; sobre un brazo de la cruz ha anidado una golondrina.
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